Prisma
Un poema de Louise Glück
Un poema de Louise Glück traducido por primera vez al español.
Traducción de Violeta Villalba.
POR Louise Glück y Violeta Villalba

Nota de la traductora
Este poema vio la luz por primera vez en la edición del 25 de agosto de 2003 del New Yorker, y forma parte de Averno, obra que se publicó en 2006. El libro es maravilloso, pero yo me enamoré en particular de “Prisma” casi al instante y sentí que debía traducirlo. El poema nos hace partícipes del deseo de una niña, una mujer, de forjar su propia senda, más allá de los mandatos del género, con la única certeza de que el corazón, la vida y los amantes cambian inevitablemente; una transformación que se vuelve un temblor casi imperceptible sobre el que caminamos por el mundo, o acaso al contrario. De allí la necesidad de traducirlo. La necesidad y la pulsión: si bien el texto me atravesó, había algo indescifrable que quería alcanzar, al menos vislumbrar de algún modo. Por eso traduzco, para comprender –también para llevar a otros ese asombro–. Con todo, sé que la comprensión total no es posible; por más que hurguemos, ese algo se nos escapa siempre en un poema, y así debe ser, porque entonces no podríamos, en efecto, llamarlo poema.
La traducción nunca dejará de ser un desafío; aunque el tiempo y la práctica implican avance, con cada texto se abre un mundo nuevo, se duda de lo que supuestamente se sabe. Este poema me planteó retos, sobre todo los relacionados con aquellas memorables palabras en inglés terminadas en -ing, por su diversidad de funciones y porque en español sus usos cambian. También hay verbos en inglés que tienen múltiples acepciones, y esto no siempre se cumple en español, por lo cual tuve que tomar decisiones pensando más bien en el sentido. Un reto más: descubrir y mantener el tejido subyacente del texto, que se manifiesta en sus redes sintácticas y semánticas.
En cuanto al ritmo, la sonoridad: para escuchar el poema fue preciso leerlo verso a verso, en silencio, en voz alta, una y otra vez; y otro tanto para escribir mi versión en español. Hay soluciones que no pasan solo por la razón; como traductores abrazamos la intuición y el sentir. Por último, debo decir que hallé simpatías entre ambas lenguas, y que espero que la intención de dar a oír el espíritu del poema se haya logrado.
1.
¿Quién puede decir lo que es el mundo? El mundo
es fluctuante, por ello
indescifrable, los vientos que se mueven,
las grandes placas que de un modo invisible se mueven y [cambian–
2.
Tierra. Fragmentos
de roca ampollada. Sobre lo que
el corazón expuesto construye
una casa, la memoria: los jardines
manejables, de pequeña escala, las camas
húmedas al borde del mar–
3.
Conforme se recibe
a un enemigo, por estas ventanas
se percibe
el mundo:
aquí está la cocina, aquí el oscuro estudio.
Significado: soy el amo aquí.
4.
Cuando te enamoras, decía mi hermana,
es como si te cayera un rayo.
Hablaba con esperanza,
para atraer la atención del rayo.
Le recordé que estaba repitiendo exactamente
la fórmula de nuestra madre, que ella y yo
habíamos cuestionado en la infancia, pues ambas [sentíamos
que lo que veíamos en los adultos
eran los efectos no del rayo,
sino de la silla eléctrica.
5.
Acertijo:
¿Por qué mi madre era feliz?
Respuesta:
Se casó con mi padre.
6.
“Niñas”, decía mi madre, “tienen que casarse
con alguien como su padre”.
Ese era un comentario. Otro era:
“No hay nadie como su padre”.
7.
De las nubes perforadas, líneas continuas de plateado.
Insólito
amarillo del hamamelis, vetas
de mercurio que eran las sendas de los ríos—
Y la lluvia de nuevo, borrando
huellas en el suelo húmedo.
Senda tácita, como
un mapa sin encrucijada.
8.
La implicación era que debíamos abandonar
la infancia. La palabra “casarse” era un indicio.
Podías tomarla también como una advertencia estética;
la voz de la niña era tediosa,
no tenía un registro más bajo.
La palabra era un código, misterioso, como la piedra [de Rosetta.
También era una señal de tránsito, un aviso.
Podías llevarte unas pocas cosas a la manera de una dote.
Podías llevarte la parte de ti que pensaba.
“Casarse” significaba que debías mantener esa parte [callada.
9.
Noche de verano. Afuera,
sonidos de tormenta estival. Luego el cielo se va [despejando.
En la ventana, constelaciones de verano.
Estoy en una cama. Este hombre y yo,
ambos suspendidos en la extraña calma
que el sexo usualmente induce. Que la mayoría del [sexo induce.
Anhelo, ¿qué es eso? Deseo, ¿qué es eso?
En la ventana, constelaciones de verano.
Antes, podía nombrarlas.
10.
Formas, patrones
abstractos.
La luz de la mente. El frío, que demanda
flamas de imparcialidad, curiosamente
bloqueadas por el suelo, coherentes, luminosas
en aire y agua,
los enrevesados
carteles que decían ora siembras, ora cosechas—
Podía nombrarlas, les tenía nombres:
dos cosas muy distintas.
11.
Fabulosos objetos, las estrellas.
Cuando era niña, sufría de insomnio.
En las noches de verano, mis padres me permitían [sentarme junto al lago;
llevaba al perro para que me acompañara.
¿Dije “sufría”? Esa era la forma en que mis padres [explicaban
gustos que les parecían
inexplicables: mejor “sufría” que “prefería vivir con el [perro”.
Oscuridad. Silencio que anulaba la mortalidad.
Los botes anclados que suben y bajan.
Cuando la luna estaba llena, a veces podía leer los [nombres de las muchachas
pintados en los costados de los botes:
Ruth Ann, Dulce Izzy, Peggy, mi amor—
No iban a ninguna parte, esas muchachas.
No había nada que aprender de ellas.
Extendía mi chaqueta en la arena húmeda,
el perro se enroscaba a mi lado.
Mis padres no podían ver la vida en mi cabeza;
cuando la ponía por escrito, corregían la ortografía.
Sonidos del lago. Los sedantes, inhumanos
sonidos del agua que lame el muelle, el perro que hurga [en algún lugar entre los hierbajos—
12.
La tarea era enamorarse.
Los detalles dependían de ti.
La segunda parte consistía en
incluir en el poema ciertas palabras,
palabras extraídas en su totalidad
de un texto específico sobre otro tema.
13.
Lluvia primaveral, luego una noche de verano.
La voz de un hombre, luego la voz de una mujer.
Crecías, te caía un rayo.
Cuando abrías los ojos, quedabas por siempre [acoplada a tu verdadero amor.
Solo ocurría una vez. Luego se hacían cargo de ti,
tu historia había terminado.
Ocurría una vez. Que te cayera un rayo era como que [te vacunaran;
el resto de tu vida permanecías inmune,
te mantenías calientita y seca.
Salvo que el impacto no fuese lo bastante profundo.
Entonces no quedabas vacunada, te hacías adicta.
14.
La tarea era enamorarse.
La autora era femenina.
El ego debía llamarse alma.
La acción tenía lugar en el cuerpo.
Las estrellas representaban todo lo demás: sueños, [la mente, etc.
Se identificaba al amado
con el yo en una proyección narcisista.
La mente era la subtrama. No dejaba de parlotear.
Se experimentaba el tiempo
menos como narrativa que como ritual.
Lo que se repetía tenía peso.
Ciertos finales eran trágicos, por tanto aceptables.
Todo lo demás era fracaso.
15.
Engaño. Mentiras. Embellecimientos que llamamos
hipótesis—
Había demasiados caminos, demasiadas versiones.
Había demasiados caminos, no una senda única—
¿Y al final?
16.
Enumera las implicaciones de “encrucijada”.
Respuesta: una historia que tendrá moraleja.
Da un contraejemplo:
17.
El yo acabó y comenzó el mundo.
Eran de igual tamaño,
proporcionales,
uno reflejaba el otro.
18.
El acertijo era: por qué no podíamos vivir en la mente.
La respuesta era: la barrera del suelo se interponía.
19.
La habitación estaba en silencio.
Es decir, la habitación estaba en silencio, mas los [amantes respiraban.
Asimismo, la noche estaba oscura.
Estaba oscura, mas las estrellas brillaban.
El hombre en la cama era uno de los tantos hombres
a quienes di mi corazón. El regalo del yo,
que aparece sin límite.
Sin límite, aunque se vuelve a dar.
La habitación estaba en silencio. Era un absoluto,
como la negra noche.
20.
Noche de verano. Sonidos de tormenta estival.
Las grandes placas que de un modo invisible se [mueven y cambian—
Y en la oscura habitación, los amantes que duermen [uno en los brazos del otro.
Somos, cada uno de nosotros, el que despierta primero,
el que se mueve primero y ve, ahí, en los primeros [albores,
al extraño.
ACERCA DEL AUTOR
Louise Glück (Nueva York, 1943). Es una de las voces más importantes de la poesía norteamericana de los últimos cincuenta años. Premio Nobel de Literatura en 2020. En 2003 fue la poeta laureada de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Ha publicado más de una quincena de poemarios y dos libros de ensayos. Actualmente es maestra de la Universidad de Yale en la cátedra de literatura y en el Williams College con clases de lengua inglesa.
Violeta Villalba (Bogotá, 1980). Poeta y traductora. En 2016 publicó Fragmentaria, su primer poemario, con La Jaula Publicaciones. Ha traducido libros como A través del espejo y lo que Alicia encontró allí de Lewis Carroll, y participó en la traducción de los Cuentos completos de Virginia Woolf publicados por Editorial Planeta en 2022.